Vaquero Foz fue un pintor que se acercó al arte después de
muchos años de vocación no materializada. Es a partir de 1974 cuando,
después de licenciarse en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona,
emprende un largo período de creación, caracterizado por la constancia en
el trabajo y conduce al artista por caminos marcados por una fuerte
personalidad, digna de un expresionismo de arraigos hispánicos.
En 1976 fundó el grupo Trioom y comienza una secuencia de exposiciones que el dirigía. En 1989
expone su obra en la Galería del Consejo de Europa en Estrasburgo.
Su pintura expresa un alto
grado de pasión por una irrealidad mágica. Es una pintura visceral e
impulsiva, marcada por una pincelada valiente y de colores tenebrosos.
A pesar de conocer la obra
de los pintores expresionistas de toques dionisiacos, Vaquero Foz fue un
pintor que siguió una trayectoria personal. El suyo es un mundo fantasmagórico,
movido por una fuerte imaginación ilusoria. Su obra está marcada por
valores intelectuales, pero a la vez impulsivos y sensitivos,
imágenes siniestras de personajes desfigurados, espíritus maléficos y
espectros alucinantes conforman la obra de un artista temperamental que
utiliza la pintura para expresar su lucha interior en forma de imágenes
libres, desfiguradas, deprimentes y tétricas.
En general, los artistas no
tienen un absoluto conocimiento cognoscitivo de su arte, ni del hacer
artístico en el entorno histórico en el que se mueven. De hecho, el
conocimiento no es un acto puramente reflexivo, pues toda una sucesión de
valores sensitivos no controlables por la mente, intervienen en la
aprehensión subjetiva del hecho plástico o artístico. Vaquero Foz, como
cualquier otro artista, no controla el proceso creativo a través de un
puro discernimiento cerebral. Bien al contrario, para él el arte es un
lenguaje que le permite, de un golpe, generar su código plástico o
gramática visual; expresar su propio ego, su propia individualidad y
acción, de una manera pura y simplemente sensitiva.
Delante de esta pintura
puede surgir la duda de la contemporaneidad, pero Vaquero Foz no es un
artista que investiga caminos innovadores, regidos por principios
cognoscitivos. Esta es una actitud que parece no preocupar al artista.
Técnicamente es una pintura
de una pincelada rápida y fácil, pero que exige un gran dominio de la
acción y el trazo. Pintura monocroma, dominada por colores fríos; ocres,
negros, azules, etc.
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Texto de Jordi
Rodríguez Amat
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